jueves, 6 de octubre de 2011

The Fathers Of The Fuckers Eyaculators.





Creí que nunca encontraría este vinilo, era uno de los objetos que más deseaba. El primer y único album de una de las mejores bandas hispanas de rock underground: "My son eyaculate in you" de los desconocidos, (exceptuando los círculos de coleccionistas compulsivos) The Fathers Of The Fuckers Eyaculators.

Sonó el móvil una soleada tarde de septiembre, era un conocido periodista musical, habitual de uno de los periódicos nacionales de mayor tirada y ex de la radio pública. Me dijo que lo había conseguido, que tenía dos copias originales casi nuevecitas, "las encontré en un mercadillo, en la calle y una copia es para tí. Te la envié por mensajería". No me lo podía creer, había buscado ese vinilo hasta por debajo de las piedras, los nervios me consumían, una especie de sudor frío, como cantaba Phil Lynott, recorría mi espalda, creo que balbuceé unas palabras antes de colgar el móvil. ¡En un mercadillo! ¡En la calle!

Al día siguiente el mensajero llamó a mi puerta, recogí el paquete y las manos me comenzaron a temblar, firmé el albarán y cerré la puerta rapidamente despidiéndome rapidamente. Abrí el paquete y allí estaba esa portada horrible, antología del mal gusto. Un tyranosaurio penetrando a otro. Supongo que una broma. En la contraportada la foto medio borrosa de los cuatro miembros de la banda, de la segunda formación ya que The Fathers grabaron la cara A con Markus a la guitarra y voz, Xab a la guitarra y voz, San al bajo y voz y Cheiri a la batería. En la segunda formación Frank sustituye a Markus y Quitos a Cheiri que logran, en la cara B, una contundencia jamás imaginada en el rock patrio, ¡parecen un grupo surgido de los pantanos de Illinois! La verdad es que las dos caras del disco parecen álbumes diferentes y es que el buen hacer de los nuevos miembros sumado a la madurez de los veteranos crea una atmósfera ideal para el Blues sudoroso.

Abrí la carpeta y pinche la cara A. La verdad es que el disco estaba nuevo, o casi nuevo. Tras realizar la ceremonia de colocar la aguja encima del vinilo, comenzaron a sonar las olas del mar, aquel relajado sonido te transportaba al relax, cerré los ojos y comenzó a sonar un redoble de batería, para a continuación entrar a saco dos guitarras, un bajo y la potente voz de San, que a veces parecía desafinada, pero cuando llegó el estribillo, se me endulzó el día, estribillo pegadizo donde los haya y la melodía perfecta de Xab en forma de solo mientras el resto de los instrumentos se apartan a un segundo plano, "Aloha" se titula esta maravilla. El segundo corte, "Forest", es un medio tiempo que recuerda a Echo and the Bunnymen, esta vez cantada por la aterciopelada voz de Xab, que te acompaña a en un viaje a través del espacio-tiempo. El resto de la cara A es un viaje a través de la historia del grupo, ya que estas canciones están grabadas por la primera formación de la banda, con Markus a la guitarra solista y Cheiri a la batería, "Traffic" es el medio tiempo en el que Markus aparece con fuerza, mientras que en "Bad Reputation" la bateía de Cheiri se impone por encima de los demás instrumentos, pero es en el quinto corte del Lp, en la acústica "A Wish" donde se haya la magia y la delicadeza del grupo, pieza clave para comprender la historia del Pop patrio, clásico donde los haya, que sirvió durante años como música de cabecera para un programa de Radio 3.

La cara B es otra maravilla, ya con la nueva formación, cuatro canciones contundentes ideales para ir con el coche a toda velocidad. Cuatro canciones que hacen recordar a las largas y rectas autopistas americanas, canciones que huelen a la Ruta 61, a la autopista del Blues. "Big Truck", ya con Frank sustituyendo a Markus en las seis cuerdas, nos hace recordar con su machacón riff, al vaivén de esos grandísimos camiones de dieciocho ruedas que recorren las carreteras, mientras que "Swamp" nos transporta a las raíces del Blues eléctrico, gracias, en gran medida, al bottleneck de la Es335 de Xab. "Sun King", un homenaje al Elvis de los primeros años, es desde mi humilde punto de vista, un acercamiento a las grabaciones al estilo de producción que hacían en la antigua Sun Records, música inmediata grabada en directo, vigor, firmeza en la interpretación y ejecucción, sin subterfugios y sin soltar de pie del acelerador. Tras este tema unos segundos extra de silencio para dejarnos sin habla con la larga y lisérgica "Dinosaur T-Rex/My son eyaculate in you/Brainstorm" Tres temas grabados en directo en el estudio como si fuera uno solo. Desde la contundente "Dinosaur T-Rex", hasta la lisérgica "Brainstorm" pasando por la Punk "My son eyaculate in you", unir estos tres temas parece una obra de ingeniería perfecta, en la que cada nota, cada cambio de ritmo y cada solo cuadra de una manera perfecta, tres canciones confeccionadas en tres épocas diferentes en la vida de nuestros protagonistas se unen para componer lo que es uno de los mejores temas nunca arreglados, producidos y grabados en la península.

Cuando retiré la aguja del vinilo suspiré e imaginé lo que sería un concierto de The Fathers Of The Fuckers Eyaculators, contundencia, ganas, tablas y fuerza.

jueves, 10 de febrero de 2011

Extraño suceso.




Supongo que la vida está ahí, hay que vivirla. Lo supongo porque estoy vivo, esto que escribo es una mierda y no sé lo que debo escribir. La verdad es que envidio a Xabi por soltar esas parrafadas así, de esa manera y quedarse tan ancho. Es genial poder deshacerte del lastre por medio de la escritura, aunque, tal vez lo mejor sea ver a donde me lleva este texto inútil.


El otro día soñé con una estatua con forma humana, subida a su atril, un enorme atril tallado en mármol blanco y con incrustaciones metálicas. Pensé que eran horribles, no entendía como alguien con talento para tallar semejante fisonomía perfecta, podía incrustar en su atril aquel metal oxidado.

La estatua me miró, sus ojos tenían vida, brillaban y creí que balbuceaba unas palabras en un idioma que no conocía. Miré alrededor y creí ver una figura que se acercaba, era Diógenes que caminaba hacia su casa, pasó por mi lado, no me veía. Es un sueño, me dije, por eso no puede verme a pesar de realizar aspavientos y de hablarle. La estatua siguió balbuceando en ese condenado idioma, le dije que lo sentía pero que no entendía, y seguí a Diógenes hacia su casa. Cruzamos un viejo puente por encima de un río, subimos una cuesta y allí estaba su hogar, su casa, su vida entre cuatro paredes de ancha piedra. Para acceder a la misma había que subir una angosta escalera de cemento, allí estaba la vieja puerta mal pintada en color verde, sacó una llave y abrió la misma. Un olor a suciedad y a putrefacción llegó a mi nariz. Diógenes entró y dejó la puerta abierta, abrió la ventana de una habitación que resultó ser la cocina y la claraboya de la habitación del fondo. Decidí entrar conteniendo la respiración. El piso era de madera vieja, Diógenes tenía una cocina y un baño en perfecto estado de uso, pero sucio. Aquello estaba plagado de polvo y de cosas. ¿Cosas? Sí, cosas. Películas en VHS y DVD, periódicos amarillentos del año 1989, discos de vinilo, Cd's... Todo amontonado, unas cosas encima de otras, polvo, mal olor y bichitos que me picaban y me subían por las piernas. Decidí salir de la casa para poder respirar. Oí como Diógenes encendía su televisor y se disponía a romper papeles viejos y a hacer un montón con los trozos mientras un reality era emitido a todo volumen.

Bajé la angosta escalinata, miré alrededor y observé todas las casas de una y dos plantas que había alrededor, hasta que alcé la vista y vi la casa del Presidente. ¿Porqué no? Me dije. Y me dirigí a la misma. Unos grandes y espesos muros rodeaban la finca, pero me colé entre los barrotes. Nadie me vio. Era un sueño. Caminé unos cien metros por encima del húmedo césped, descalzo y en pijama y me topé con el Presidente. Era alto y desgarbado, con gafas, estaba tomando un zumo de pomelo y leyendo unas notas para un, supongo, discurso. Digo supongo porque leí por encima de su hombro y probé el zumo. No podía verme, era un sueño. Miré la casa, era enorme, y me pregunté que haría Diógenes de tener esa casa tan grande, ya sé, la llenaría de cosas que no valen para nada.

Decidí irme para no molestar al Presidente con mi presencia, aunque no pudiera verme, aunque tal vez llegara un momento en el que me materializaría. Decidí irme a casa. Caminé, quedaba a unos cinco kilómetros, me dije que tal vez pasara el autobús o un taxi que me evitara el trayecto, más que nada porque estaba dormido y al día siguiente tenía que madrugar para ir a trabajar. No había tráfico, ni tampoco gente por las calles, deambulé durante mucho tiempo, horas, y me encontré con la estatua. Allí, a su lado estaba Diógenes, intentaba desclavar la estatua del suelo para llevarla a su casa. La estatua intentaba hablar y Diógenes le decía a gritos que si iba con él a su casa le haría compañía.

Entonces pasó por allí un gran coche negro, se bajó la ventanilla trasera y allí estaba acomodado el Presidente, la verdad es que no sabía como podía haber llegado con ese enorme coche en el que no había nadie tras el volante. El Presidente miró la escena, no entendía nada y yo tampoco. Diógenes miró al Presidente y siguió a lo suyo. Decidí continuar el camino hacia mi casa.

A veces hay gente que lo quiere todo y todo lo desea, supongo que así es el ser humano. Al entrar por la puerta de casa decidí desayunar ya que estaba amaneciendo, en ese momento sonó el despertador. Me desperté, me levanté de la cama de un gran salto y comprendí definitivamente que todo era un sueño, aunque estaba muy cansado, supongo que sería por la aluzinación que acababa de tener.

Con la garganta seca y los ojos llenos de legañas me dirigí hacia la cocina, todo lo que necesitaba era un gran vaso de agua fría, cual fue mi sorpresa al llegar a la misma y verme a mí mismo en pijama desayunando. La cafetera echaba humo y el aroma del café llenó mi nariz. Me pregunté a mí mismo, o sea al otro yo que estaba desayunando, que hacía allí y me respondí a mí mismo que estaba almorzando después de comentar la extraña noche que había pasado. En fin, que decidí beber el vaso de agua, darme una ducha fría y vestirme para ir a trabajar, no quería llegar tarde. Y nos fuimos, yo y yo mismo, a entrevistar al Presidente a su enorme casa, antes pasamos a visitar a Diógenes y a su nuevo amigo, la estatua balbucenate. Decidí dejar a mi otro yo con Diógenes y su nueva estatua, de lo contrario el Presidente creería que acudía a la entrevista en compañía de mi hermano gemelo.