viernes, 9 de octubre de 2009

ÁGORA




ÁGORA


Dirección: Alejandro Amenábar.

Intérpretes: Rachel Weisz, Max Minghella, Oscar Isaac, Ashraf Barhom, Michael Londsdale.

España 2009.


Resulta más que admirable la capacidad de Alejandro Amenábar para cambiar de temática y de géneros, afrontar riesgos y rodar con una libertad creativa ganada a pulso y basada en una pasmosa seguridad en si mismo.

Su cine tiene poder de atracción para cualquier tipo de público, independientemente de las historias que cuente, puede ser perturbador y emocionante, terrorífico e intimista. Su carrera está plagada de buenos films como la terrorífica "Tesis" o la tragedia del guaperas triunfador convertido en monstruo en "Abre los ojos" (aunque desfallece al revisarla) y esas sensaciones impagables de "Mar adentro" retrato de la enfermedad, del sufrimiento y de la muerte que paradojicamente se convierte en un complejo himno a la vida.

Las espectativas en cuanto a Ágora eran muy grandes y más cuando te enteras que la trama se desarrolla en la Alejandría del siglo IV. Deduces el esfuerzo de meterse en semejante historia, incluída la montonera de pasta gastada en una superproducción de época (reconstruir un mundo tan lejano, vestuario, decorados etc.) pero Amenábar tiene muy claro lo que quiere contar y es consciente del reto que supone la estética y la ética del film en cuestión. Viendo el resultado de la película es imposible hacerle reproches a su argumentación moral ni a su tono narrativo, a lo que trata de contar y a la forma de hacerlo. Pero desde mi humilde punto de vista, a esa fuerza expositiva, a la crítica del fundamentalismo religioso y la asfixia que éste ejerce contra el pensamiento libre le falta la capacidad de conmoción para implicar emocionalmente al espectador en una historia tan terrible para que el progresivo acorralamiento que sufre esa astrónoma atea te toque las entrañas, es una película fría, estratégica o involuntariamente, pero fría. No huele a cartón piedra y la ambientación es notable, también está muy bien explicado el fanatismo, la metodología siniestra y el hambre de poder el depredador cristiano, puedes conectar con ella pero no te llega al corazón, por lo menos en mi caso, y aunque lo desee y mi cerebro conecte con ella no consigue meterme en su interior. La veo y la escucho con agrado (aunque se hable demasiado en algunos momentos).
Están bien los actores, Rachel Weisz y Michael Londsdale pero no me creo a los jóvenes actores. Es una película bien rodada, laboriosa y pensada pero no enamora.


La protagonista de este film Rachel Weisz da vida a Hypatia que junto a Cleopatra y Justine representa perfectamente el alama de Alejandría, la capital de los Ptolomeos. La ciudad de las rencillas religiosas. "La ciudad de las cinco razas, cinco lenguas y una docena de religiones, en reflejo de cinco flotas en el agua grasienta, más allá de la escollera pero con más de cinco sexos", como la describió Durrell en su Cuarteto. Crisol de tantos sueños, amores y maravillas.


Ágora es una ficción cinematográfica, sujeta a las convicciones del género pero que ya ha creado controversia entre los que creen que se trivializa, adultera y falsifica la vida y la obra de Hypatia.

Aunque en realidad no tiene sentido ponerse muy estupendos sobre el particular puesto que no es mucho lo que sabemos a ciencia cierta de esa extraordinaria mujer a la que, por turbación de los amantes de Egipto, encarna la misma actriz que hizo de Nefertiti en The Mummy returns, aunque aquí está mucho más serena, más filosofa y viste el adusto tribon y no los sensuales corpiños de fantasía faraónica de la película de Stephen Sommers.


Hypatia nació alrededor de 355 en Alejandría, en plena élite académica de la ciudad, pues era hija de Theon, el último gran nombre que puede asociarse al Museo, una de las grandes señas de identidad de la metrópoli. La chica colaboró con su padre, a cuyo lado aprendió astronomía, matemáticas y otros saberes, inclinándose especialmente por la filosofía. Encontramos su nombre por primera vez en los comentarios de Theon al Almagesto de Ptolomeo en los que consta la anotación "Edición revisada por mi hija Hypatia la Filósofa" No ha sobrevivido ninguna de las obras originales de Hypatia pero una fuente nos dice que "era por naturaleza más refinada y talentosa que su padre" No hay evidencia de que Hypatia fuera miembro del Museo ni "la última bibliotecaria", y ya ni digamos una belleza, como algunos la han considerado.


Sabemos que Hypatia montó su propia escuela, donde impartió enseñanzas de ciencias pero asimismo de ética, ontología y filosofía (las enseñanzas de Platón, el neoplatonismo de Amonio Sacas y Plotino, en un clima que nos la muestra también como algo cercano a lo que denominariamos un gurú. También sabemos que murió a los sesenta años y no cuarentona. Su muerte fue más bien un producto de envidias políticas en el seno de la lucha por el poder.


Durante años se quiso ver a Hypatia como la última pagana enfrentada al cristianismo aunque es un personaje femenino extraordinario, libre, que destacó en un tiempo en el que la mujer tenía poco acceso al conocimiento y a la fama. La primera científica conocida. La prostera llama de la sabiduría y la tolerancia en un mundo embrutecido que se despeñaba a la barbarie. Un faro en la ciudad que, esplendorosa en su ruina, continúa iluminándonos.

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